Todo tipo de exploración y/o intervención por parte de tu dentista debe realizarla con guantes como medida de profilaxis, pero en su diseño original tuvieron un trasfondo más sentimental.
Los guantes que usa tu dentista son un método de prevención primario, es decir, es la protección que impide que cualquier bacteria, virus, ect. pase de sus manos a tu boca y viceversa cuando te hace un empaste, te hace una limpieza, te quita una muela o te coloca un implante.
Hoy en día cualquier profesional de la salud debe usarlos obligatoriamente en cualquier intervención exploratoria, quirúrgica, etc. Pero actualmente, muchos otros profesionales los deben usar de manera rutinaria. Si eres fan de C.S.I., ya sea en su versión de Las Vegas, Miami o Nueva York, verás que todos los que analizan la escena del crimen o realizan pruebas en el laboratorio llevan guantes para... "No contaminar la escena del crimen". Otro ejemplo, los restauradores de las grandes obras de arte también los usan para evitar que las bacterias puedan arruinar una pintura, un óleo, o una figura de cientos o miles de años. Existen otros muchos ejemplos del uso de guantes.
¿Por qué se utilizan los guantes de látex en quirófano?
Ahora mismo quizás no repares en ellos cuando acudes a tu revisión en el dentista o si por ejemplo te has tenido que hacer unos análisis de sangre últimamente. Pero gracias a los guantes se evita la transmisión de todo tipo de enfermedades, desde un simple resfriado a enfermedades más serias como la hepatitis o el VIH. Lo que poca gente sabe es que la historia de su invención casi parece la de una peli romántica al más puro estilo Hollywood.
Hasta el desarrollo de las primeras técnicas de asepsia en el siglo XIX, la transmisión de bacterias,virus, etc. suponía un problema realmente gordo. La probabilidad de desarrollar un proceso infeccioso después de cualquier intervención incluyendo quitar una muela era altísima y podía suponer la muerte del paciente.
Se desarrollaron diferentes técnicas para la desinfección de instrumental, las salas donde se intervenían a los pacientes... Uno de los grandes avances fue el de ¡LAVARSE LAS MANOS Y LA ROPA DEL PERSONAL QUE REALIZABA LAS INTERVENCIONES!
Pero había un problema que por más que se rompieran la cabeza no daban con la tecla. ¿Cómo aislar las manos del cirujano y personal auxiliar del campo operatorio durante las intervenciones? Lavarse las manos ya suponía un gran avance, pero una herida que tuviese cualquiera de los operadores en sus manos y el sangrado del pacienrte durante la intervención ya constituía un riesgo de transmisión de agentes infecciosos. La solución llegó... ¡gracias al AMOR!
la CONMOVEDORA historia de los guantes de látex
Corría el año 1886 cuando el Dr. Halsted llegó al Hospital Universitario John Hopkins de la ciudad de Baltimore para trabajar como cirujano. Gracias a su esfuerzo. Llegó a ser jefe del servicio de cirugía del hospital. En 1889 entró a trabajar como enfermera la señorita Caroline Hampton. Caroline procedía de una acomodada familia de plantadores del Sur de EEUU, pero se negó a ser una "niña bien" como su familia deseaba y marchó a Nueva York para estudiar y llegar a ser enfermera. Empezaron a trabajar juntos y con el tiempo llegaron a formar un gran equipo con gran reconocimiento y popularidad en la ciudad y alrededores.
Quiso Cupido, cual si de un romantico episodio de "Anatomía de Grey" se tratara, clavar sus flechas en los respectivos corazones del Dr. Halsted y la enfermera Hampton, quedando prendados el uno del otro. Surgió así una bonita historia de amor, pero la desgracia acechaba.
Foto: DR. HASLTED (izquierda) Y CAROLINE HAMPTON (derecha)
En esa época se usaba para desinfectar los quirófanos un pulverizador de fenol u otros antisépticos. El procedimiento consistía en pulverizar el antiséptico en el quirófano durante toda la intervención. Pero tenía unos efectos indeseados: Podía originar intoxicaciones y afecciones renales. En la piel en algunas personas ocasionaba dermatitis de difícil tratamiento. Quiso la fatalidad que la pobre Caroline sufriese unos terribles eccemas en la piel de sus manos a consecuencia de dichas pulverizaciones. Y con el tiempo fueron a peor, llegando incluso a afectar a sus antebrazos. La situación se tornó desesperada para los enamorados ya que no sólo no podían trabajar juntos en el quirófano, sino que a punto tuvo que abandonar su trabajo en el hospital la pobre Caroline. El Dr. Halsted no quería siquiera oir hablar de tal posibilidad. Tal era el amor que profesaba por Caroline que no quería que abandonara el hospital, ya que no sólo la amaba, la admiraba profesionalmente y no quería tener que trabajar con nadie más.
El desesperado Dr. Halsted empezó a probar toda clase de remedios, pero todo era en vano. Hasta que un buen acudió al hospital con unos finísimos guantes de plástico especialmente diseñados por la Goodyear-Rubber-Company para las manos de Caroline. La intervención fue un éxito y Caroline no notó ningún problema en sus manos ese día. Los volvió a utilizar en las siguientes intervenciones y, ¡OH MILAGRO! los eccemas no volvieron a aparecer y los enamorados pudieron continuar trabajando juntos. Tal fue el éxito de los guantes que empezaron a utilizarlos todos los empleados del hospital y de ahí hasta nuestros días.
Afortunadamente para los profesionales de la salud, no todo en nuestra profesión es frío y "aséptico"... De vez en cuando encontramos sitio para nuestro corazón.
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